martes, 15 de abril de 2014

LA PAZ EN SEGUNDO PLANO


El año 2014 se está contagiando de las desgracias que aparecieron en Europa el año 1914, cuando los gobernantes occidentales, llenos de orgullo, prepotencia, reivindicaciones, pactos y alianzas y ansias imperialistas, pero con escaso sentido común y sin pensar en el futuro y en el bienestar de sus ciudadanos, se lanzaron a un belicismo insensato que cubrió casi toda Europa de dolor, angustia, destrucción y muerte.

Ahora, 100 años después de aquella catástrofe, estamos viendo aparecer negros nubarrones que amenazan tormenta, que se están moviendo de este a oeste, pero que no pueden traer la siempre beneficiosa lluvia para los campos, pues son nubes que ensombrecen la mente de los hombres y les privan de la sensatez y la prudencia.

Después de la desaparición de la Unión Soviética en el año 1991, que fue seguida de la declaración de independencia de diversos países que estuvieron integrados en la URSS, ahora estamos viendo con asombro y preocupación cómo Ucrania, que fue junto con Rusia y Bielorrusia uno de los tres países que acordaron la disolución de la citada Unión Soviética, se ha metido en un extraño laberinto donde una parte de sus habitantes quieren unirse a Rusia, otros prefieren acercarse a la Unión Europea, y quizá algunos, o muchos, posiblemente más sensatos y menos influidos por razas, etnias, o ideas políticas, sólo desean seguir siendo ciudadanos de una Ucrania en paz, sin desavenencias y en armonía con el resto de sus compatriotas.

Lo malo de esta situación es que los ánimos se calientan, cada uno quiere imponer su razón sin tener en cuenta la razón de los otros, se pierde el sentido de la patria común, la bandera que se ondea es la de las etnias, se fraccionan los territorios y, finalmente, se llega al enfrentamiento armado y la sangre borra la palabra paz.

Hasta hace poco, los españoles y, posiblemente, muchos otros europeos, no estábamos acostumbrados a ver, leer, o escuchar en los medios de comunicación los nombres de determinadas localidades ucranianas, a pesar de que algunas, como Yalta y Odesa, tuvieron un gran protagonismo en la pasada historia europea, pero ahora nos encontramos con suma facilidad con los nombres de Crimea, Sebastopol, Donetsk, Slaviansk, Kiev, etc. Y en cuanto a los habitantes, también  nos están llenando nuestra mente de términos como pro-rusos o pro-europeos, descartando la mejor palabra posible: Ucranianos.

Esa sangre que se ha derramado en Ucrania, y que puede seguir derramándose, nos traerá muchas desgracias a todos los europeos, si no se busca la concordia, el entendimiento, la comprensión y la unión pacífica de los pueblos, y se dejan atrás las desavenencias, las revanchas, las amenazas y la fuerza de las armas. Ya tuvimos bastante destrucción, sufrimiento, dolor y muerte en el pasado siglo XX. Las naciones occidentales debemos evitar los enfrentamientos, pleitos y odios derivados de las ideas políticas o religiosas, de las razas o etnias, de la expansión territorial, del paso por las rutas marítimas, del control de las materias primas y de cualquier otra circunstancia que altere el orden establecido. La paz tiene que estar siempre en primer plano. Jamás en un degradante y peligroso segundo plano. 

Luis de Torres

15 de abril de 2014

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