lunes, 29 de noviembre de 2010

LA VERDE ERIN

LA VERDE ERIN

Los poetas la llaman La Verde Erin y algunos la Isla Esmeralda porque el verde es el color predominante en su paisaje. Sin embargo, ahora este país que los españoles llamamos Irlanda, y los ingleses Ireland, y posiblemente Eire los propios irlandeses, no atraviesa por momentos poéticos ni es verde su futuro. Las noticias que nos llegan tienen el color plomizo del cielo encapotado y la música celta ya no alegra los corazones de los irlandeses, que están preocupados, desesperanzados y dolidos porque en su patria las cosas no se han hecho bien.

La recentísima historia de Irlanda tiene muchas similitudes con la de España. Es una historia de ambición, codicia, crecimiento desmedido, especulación, y torpeza financiera y política. Quizá se quiso emular a España en el avance espectacular del sector inmobiliario, o puede que sólo fuera un deseo de crecer en términos económicos generales para poner a Irlanda entre los países más destacados de la Unión Europea. La razón subyacente es algo que no se puede determinar con exactitud matemática, pero los resultados de la calentura inversionista sí los sabemos y han aparecido en la escena europea como un seísmo financiero de tal magnitud que ha estremecido hasta el colapso el orgulloso edificio irlandés, y ha dejado en la más profunda miastenia el vigor del “tigre celta”, que ya no ruge y está agonizando.

Y cuando la nación pasa de la euforia al desencanto, al conocerse la angustiosa situación actual, suenan las alarmas, el pueblo se escandaliza, no comprende lo sucedido, y no sabe quién es el culpable de la pesadilla. Ellos, los trabajadores, los jubilados, los pensionistas, los seres modestos y humildes, no habían traído tanta desgracia a su nación. Y llegó el momento en que se empezó a saber que los ambiciosos, los banqueros imprudentes y los políticos ineptos habían sido los causantes del problema. Todo era muy parecido a lo ocurrido en España, porque eran los mismos pecados y el castigo sería también de igual naturaleza.

Sin embargo, y para sufrimiento de los irlandeses, parece que el castigo puede ser mayor, aunque los españoles todavía no sabemos a qué niveles llegará nuestra pena, pues aún se están pidiendo más reformas y más medidas de ajuste para salir de la crisis, y ya sabemos que los políticos castigan más a los débiles que a las personas o entidades de mayores ingresos. En Irlanda van por el mismo camino, y, de momento, parece que con mayor saña contra el pueblo llano, pues las medidas que propone el gobierno irlandés van, preferentemente, contra los débiles; es decir, proteger a los poderosos y machacar a los humildes, que es la absurda e inicua injusticia que practican las democracias progresistas.

Las medidas propuestas por el gobierno irlandés comprenden, a grandes rasgos, lo siguiente:
Despedir a 25.000 funcionarios o trabajadores.
Reducir en un 12% el salario mínimo, que puede afectar a otros salarios superiores.
Incrementar el IVA desde el 21% actual (que ya es alto), al 22% en 2013 y al 23% en 2014.
Pagar un 6% menos a los nuevos jubilados.
Elevar la edad de jubilación a los 66 años en 2014, a los 67 años en 2021 y a los 68 años en 2028.
Subir las tasas universitarias en 500 euros.
Lograr una mano de obra más barata.


Por otro lado, el gobierno irlandés se niega a elevar el impuesto de sociedades actual, que está en el 12,5%, que puede considerarse como un agravio comparativo y una competencia desleal para otras naciones de la Unión Europea que gravan el impuesto de sociedades con tipos más altos. Además, el descomunal déficit público irlandés, cifrado en el 32% en 2010, se debe principalmente, según se nos dice, a las ayudas dadas a los bancos, estimadas en unos 50.000 millones de euros, ya que éstos estaban en una débil y precaria situación financiera. Sobre este particular, no se entiende cómo la banca irlandesa superó las pruebas de estrés que se practicaron a la mayoría de bancos europeos, cuando en Irlanda la situación financiera de la banca se podía catalogar de famélica.

Queda bien claro que, como en España, los vidrios rotos los van a pagar los trabajadores, jubilados, pensionistas y la gente humilde; es decir, los no culpables. Solamente el infame e injusto Impuesto sobre el Valor Añadido, que grava a ricos y a pobres de igual manera, se va a convertir en una pesada losa durante los próximos años para los irlandeses humildes, aparte de los recortes en salarios y pensiones, mientras que los empresarios seguirán teniendo, si la Unión Europea no arregla esta injusticia, un impuesto de sociedades muy bajo a través del cual no aportarán nada para la reconstrucción financiera de su nación.

Me temo que el río Shannon recogerá, a partir de ahora, muchas lágrimas de los trabajadores y jubilados irlandeses.

Luis de Torres

29 de noviembre de 2010



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sábado, 20 de noviembre de 2010

SOCIALISMO Y ADN





SOCIALISMO Y ADN

Sigue pasando el tiempo, seguimos mirando hacia el futuro, pero no vemos nada nuevo en el horizonte, nada que nos traiga esperanza, alegría, luz, o deseos de gritar ¡Aleluya!

Este mes de noviembre los medios de comunicación nos han presentado otro nubarrón, otra pena que añadir a las muchas penas que ya tenemos: Nos han informado con la frialdad del que está acostumbrado al sufrimiento, y el dolor es algo cotidiano, que otros 68.000 parados han engrosado la abominable cifra de desempleados que ya tenemos en nuestras estadísticas.

También se nos dice que Europa está presionando para que se reformen las pensiones, y todos sabemos que tal reforma, se haga de una forma o de otra, no persigue nada más que reducir la pensión que tengan que cobrar los futuros jubilados. Aumentar la edad de jubilación en dos años no parece suficiente y nos tememos que algún día nos encontremos con una ley que implante, como base para determinar la pensión, la vida laboral completa, o cosas peores.

Ahora ya tenemos la congelación de las pensiones, y el gobierno socialista, que se preocupa muy poco, por no decir nada, de los trabajadores activos o pasivos, no ha querido debatir con la oposición la posibilidad de anular la mencionada congelación de las pensiones, y para ello ha utilizado el derecho de veto que tiene en el congreso; es decir, se ha refugiado en el “ordeno y mando” y ha negado a los pensionistas cualquier mejora, aunque tengan derecho a ella.

Los funcionarios, a su vez, no van por mejor camino, pues tendrán la paga extra de Navidad reducida sustancialmente y el año 2011 será la continuación de los recortes del 2010.

Pero lo peor de todo esto es la injusticia que ensombrece y mancha las disposiciones oficiales que reducen salarios o congelan pensiones, pues ni funcionarios ni pensionistas son los culpables de la hecatombe económica que estamos sufriendo y no es justo, por tanto, hacerles pagar por un daño que no han hecho. Los culpables son otros y el gobierno lo sabe muy bien, pero no quiere actuar en la dirección correcta. ¿Por qué será?

Por ello, si, a pesar de todas estas desgracias que nos ha traído el socialismo, todavía existen algunos funcionarios o jubilados que voten al partido socialista en cualquier tipo de convocatoria electoral, tendré que pensar que el socialismo está impreso en el ADN de esas personas y no pueden, por tanto, desvincularse de esa condición genética, o que tienen la mente adormecida y les falta la lucidez suficiente para ver o evaluar lo que está ocurriendo a su alrededor.

Luis de Torres

20 de noviembre de 2010

jueves, 4 de noviembre de 2010

¿EXISTE LA NACIÓN CATALANA?

¿EXISTE LA NACIÓN CATALANA?

Hace escasamente dos días la televisión nos ofreció un espectáculo penoso, ridículo y lamentable. Un conocido político catalán, de cuyo nombre no quiero acordarme, como decía Cervantes refiriéndose al lugar de residencia de D. Quijote, comentaba la llegada del Papa Benedicto XVI a Barcelona, y, con motivo de tan fausto acontecimiento, el político catalán quiso resucitar nuevamente sus ensoñaciones, que no realidades, de una nación catalana, para que los nacionalistas de su grupo se empaparan bien del tipo de territorio en que vivían, y llevado, sin duda, de su pasión nacional-catalanista también se atrevió a decir que el Papa tenía que saber que venía a visitar “una nación”, y, recalcó, porque Cataluña es “una nación”, y siguió, con el rostro un tanto desencajado y gesticulando con brazos y manos como para dar más énfasis a sus palabras, que Cataluña no era… no era, y parecía que no sabía qué decir, hasta que soltó, moviendo las manos con frenesí, que Cataluña no era una región… periférica… mediterránea… ¡Qué muestra de erudición! ¡Qué esfuerzo mental para no pronunciar la palabra ESPAÑA!
Parece mentira que una persona que tiene el aspecto de ser un hombre culto, educado e instruido se empeñe en manipular la historia, en querer que Cataluña sea ya lo que no ha sido, no es, y posiblemente no sea nunca, y pretender, además, que el Papa asuma el desvarío de que Cataluña es una nación.
Me pareció patético aquel hombre que, aunque nacionalista, siempre me había parecido moderado, pero me di cuenta de que yo estaba equivocado, que el nacionalismo es tan nocivo como las drogas y trastorna la mente de las personas hasta instalarlas en la incoherencia, la mendacidad y el desatino, aunque éstas sean cultas y educadas.
Cataluña es una región española, nunca ha sido ni reino ni nación, sus pobladores son españoles, y sus documentos oficiales (DNI, pasaporte, etc.) los emite el Reino de España, y estas personas no tienen que tener ningún complejo de inferioridad, pues el resto de españoles siempre hemos considerado a los catalanes como gente industriosa, trabajadora y seria, que se han desarrollado y vivido dentro de la cultura cristiana occidental, como siempre ha ocurrido, desde los visigodos, en todos los pueblos de esa gran patria que llamamos España, sin tener en cuenta los condados, los ducados, los marquesados o los reinos. ¡Todos somos españoles… y basta!

4 de noviembre de 2010

Luis de Torres

jueves, 30 de septiembre de 2010

CAMBALACHE E IGUALDAD

CAMBALACHE E IGUALDAD


Una vez transcurrido el mes de agosto, con sabor a mar y a montaña, con incansables oleadas de calor que nos obligaban a buscar la sombra protectora, la brisa refrescante y las bebidas frías, llegó el mes de septiembre mucho más animado políticamente que su predecesor, pero que no nos ha traído bienaventuranzas ni alegrías, pues seguimos sumergidos en nuestras miserias de paro, recortes salariales, pensiones en declive, estancamiento económico y futuro incierto.

Sin embargo, los políticos sí nos han dado motivos para pensar en los errores que cometen, que a nada bueno conducen, pero que aumentan nuestras dudas sobre la bondad de la democracia española, e incluso la idoneidad de algunos artículos de la constitución española.

En efecto, durante el mes de septiembre el gobierno español ha pactado con el partido nacionalista vasco unas concesiones tituladas transferencias de las políticas activas de empleo que suponen, según nos dicen en los medios de comunicación, la entrega de un importe estimado en unos cuatrocientos setenta y dos millones de euros, que servirán para que el citado partido apoye con sus votos la aprobación de los presupuestos generales del estado, ya que, de otra forma, según parece, los mencionados presupuestos no podrían salir adelante, y el gobierno tendría un grave problema sobre la mesa.

No sé cómo calificar estos acuerdos que sólo pretenden comprar unos votos (los pocos votos que tiene el PNV) con el dinero de todos los españoles, que no sé si será legal y constitucional como dice el partido en el poder, pero que a mí me parece un injusto cambalache hecho a espaldas de la mayoría de los españoles. Hay quien dice que con este acuerdo se rompe la caja única de la Seguridad Social y hay quien dice que no, pero yo no puedo opinar porque me faltan conocimientos objetivos de este asunto. Sin embargo, sí tengo la seguridad de que el citado acuerdo ha introducido otra dolorosa cuña en la sociedad española para seguir agrietando la igualdad entre las regiones de nuestra patria.

Después de este malhadado acuerdo, España celebró el 24 de septiembre de 2010 el Bicentenario de las Cortes de Cádiz en los mismos sitios en que se gestó la primera constitución española, y, naturalmente, las más destacadas autoridades de la nación hicieron uso de su oratoria para rememorar y ensalzar las virtudes de aquella decisión política de hace 200 años, pero el señor presidente del Congreso de los Diputados, lleno quizá de emoción patriótica se atrevió a decir que ahora los españoles teníamos la España de la igualdad, aseveración que está muy lejos de la realidad, pues mientras tengamos acuerdos especiales con una región, apoyemos a unos estatutos que diferencian a unos españoles del resto, se mantengan fueros y privilegios y se admitan derechos históricos que nunca existieron, en España no habrá igualdad.

30 de septiembre de 2010

Luis de Torres

jueves, 16 de septiembre de 2010

IMPUESTOS POR DOQUIER

IMPUESTOS POR DOQUIER

Hace un par de días recibí dos facturas de la compañía suministradora de electricidad, correspondientes a sendas viviendas a mi nombre, y, como de costumbre, me fijé en los importes a pagar, que no eran muy elevados, pues suelo ser cuidadoso y austero en el uso de la energía eléctrica, al igual que hago con el consumo de agua potable.

Después, fui algo más curioso con el resto de números y textos que aparecen en las facturas, y me quedé sorprendido con la composición del importe a pagar, pues mi austeridad en el gasto de energía eléctrica se deriva del hecho de que siempre se nos ha dicho que no despilfarremos ni la energía ni el agua, y de mi deseo de ahorrar dinero y no malgastar mis escasos ingresos, pero estos sanos principios de poco sirven cuando se mezclan con la fiscalidad.

En efecto, del estudio de las dos facturas mencionadas, he llegado a la conclusión de que la presión fiscal se hace mayor cuanto menor es el gasto de energía, y, además, que los impuestos, recargos, tasas, etc. que gravan el consumo de electricidad son tan elevados que se pueden calificar de abusivos. Y todo esto lo digo basándome en los datos que figuran en las facturas, ya que la compañía suministradora incluye en sus documentos un gráfico en el que se desglosa porcentualmente el importe a pagar según el destino que tienen los fondos. Asimismo, la empresa nos ofrece los siguientes textos para ampliar la información:

Costes suministro eléctrico
Producción y suministro de la energía.
Retribución de la red eléctrica.
Resto de costes
Recargos por normativa vigente.
Impuestos (Impuesto sobre electricidad + IVA)

En mis facturas estos dos grupos tienen los siguientes porcentajes: 56% y 44% y 54% y 46%; es decir, el primer porcentaje para los costes de suministro eléctrico y el segundo para el resto de costes (impuestos, recargos y otros), y si tomamos el primer porcentaje como la base imponible sobre la que calcular la presión fiscal nos encontramos con que los impuestos, recargos y otros gravámenes suponen el 78,57% en la factura de mayor importe y el 85,19% en la factura de menor importe. De estos porcentajes se deduce lo siguiente: Que la carga fiscal es asfixiante y que la misma recae con mayor dureza sobre el ciudadano que menos consume. Esto puede deberse a que algún recargo es fijo sin tener en consideración el gasto de energía, pero este dato no figura en la información que da la compañía suministradora.

Como se puede ver, los porcentajes impositivos son tan altos que no sé si calificarlos de abusivos, desmedidos o exagerados, pero sí sé que ni son moderados, ni mesurados ni justos. Y para que la injusticia sea aún mayor hay que citar que el IVA al 18% también se aplica sobre el impuesto sobre la electricidad del 4,864% y su recargo del 1,05113. Es decir, un impuesto que grava otro impuesto. Y aún hay algún político que dice que en España los impuestos son muy bajos. ¡Qué sorpresa! ¡Yo creía que eran los sueldos y las pensiones!

Luis de Torres



jueves, 19 de agosto de 2010

YO SOY ESPAÑOL, ESPAÑOL, ESPAÑOL

YO SOY ESPAÑOL, ESPAÑOL, ESPAÑOL


La democracia, tan esperada y deseada hace muchos años, cuando, por fin, llegó, nos trajo luces y sombras, alegrías y desventuras, esperanzas y fracasos, y todavía no la tenemos asentada y reconocida con el beneplácito de todos. Con la democracia a la española, que no se parece a otras democracias occidentales, se fueron agrietando y enmoheciendo palabras tan hermosas como patria y región, porque España se empezó a fracturar en comunidades; bandera roja y gualda, porque aparecieron otras enseñas, estandartes o pendones que querían hacer sombra o desbancar a la bandera nacional; himno español, porque algunos quisieron arrumbar o arrinconar esa música que debemos escuchar erguidos y con emoción, porque quisieron sustituirla por otras melodías o canciones de carácter regional, y, finalmente, idioma español, ese tesoro lingüístico que poseemos los españoles, que lo desparramamos por medio mundo, que sigue creciendo, y que puede llegar a ser el primer idioma mundial, pero que ahora algunos españoles, de mente equivocada e ideas delirantes, pretenden desalojar o desterrar de algunas partes del territorio secular español.

Sin embargo, aquellos que evitan pronunciar el nombre de España, como si éste les fuera a quemar la lengua, y prefieren decir “este país”, se han encontrado con que el vocablo España y los derivados del mismo, como español, española, españolada, españolidad, o españolismo, han surgido pujantes, fuertes y desafiantes y han ocupado la primera línea en el sentir general del pueblo, que ha empezado a gritar con entusiasmo y repetitivamente esa frase lacónica, rotunda, recia, y hermosa de “Yo soy español, español, español”.

Y todo este cambio, que ha sido como una seria advertencia a todos los políticos, tanto a los que están encastillados en sus comunidades, que apenas defienden la unidad de España, como a aquellos que están muy alejados de la españolidad y muy cercanos o vinculados a los nacionalismos separatistas y sin sentido, se ha producido porque un puñado de españoles jóvenes, nacidos en varios rincones de nuestra patria, que decidieron dedicar los primeros años de su vida a jugar al fútbol, ese juego de pelota que inventaron los ingleses, y que se extendió por todo el mundo, ganaron el 11 de julio de este año la copa mundial del citado deporte; hazaña que nunca había logrado el equipo español. Esta victoria, este logro tan difícil de conseguir, desató tal entusiasmo, alegría, emoción, orgullo, patriotismo y unión, que toda España se llenó de banderas españolas, incluso en los territorios españoles donde algunos prefieren otras banderas, porque la gente llana y noble del pueblo, en cualquier esquina, zona, o lugar de nuestra patria, lleva en su corazón, marcada a fuego, una palabra: España .

De ahí que por el ancho cielo español, por las tierras y los mares españoles, se difundiera una frase imperecedera: Yo soy español, español, español.

19 de agosto de 2010

Luis de Torres

























































































































































domingo, 30 de mayo de 2010

EL ATAQUE A LOS INOCENTES

EL ATAQUE A LOS INOCENTES


Estamos viviendo tiempos difíciles y de cambio, tenemos la sensación de que todo se está trastornando y alterando, que las cosas están cambiando de lugar, que los problemas surgen en una nueva y extraña dimensión, que el norte va camino de ocupar otro punto cardinal, y que la perspectiva que teníamos de nuestro mundo se está alejando de nosotros.

Nos están hundiendo en una ciénaga política que nos roba el sosiego, la serenidad, la sensatez y hasta esa poca felicidad que tuvimos durante algunos pasados períodos de estabilidad, de razonable prosperidad y de trabajo. Ahora nos han empujado hasta darnos de bruces con eso que llaman crisis, recesión o depresión, aunque da lo mismo el nombre que se le aplique, pues en el fondo de este asunto lo que hay es desilusión, desesperanza y desconsuelo, por lo que hemos perdido y por lo que podemos seguir perdiendo, por lo que hemos sufrido y por lo que podemos seguir sufriendo, por los sueños rotos y por los sueños que ya no podremos tener.

Todo lo malo y desagradable que estamos contemplando ahora se lo debemos a los codiciosos, a los que decidieron buscar la riqueza por el camino sucio y delictivo de la especulación, a los políticos que no quisieron poner orden en esta peligrosa situación, ni cortar la ambición de los poderosos, y a las instituciones financieras que se convirtieron en cómplices del caos especulativo que se estaba desarrollando en nuestra patria, y también al Banco de España, que hizo dejación de sus obligaciones y permitió que bancos y cajas actuaran a su libre albedrío.

Llegó un día, sin embargo, en que el castillo de naipes se vino abajo, y las imprudentes y estúpidas alegrías de una época desbocada y loca se trocaron en lágrimas, aunque lo más cruel de esta pena agobiante fue que las lágrimas las derramaron los humildes, los trabajadores, los que vieron cómo su trabajo y su medio de vida se perdían. España se llenó de llanto, y el sufrimiento sigue porque aún no se ha hecho nada para aliviar el dolor.

Hasta hace muy poco, nuestro gobierno se empeñaba en negar lo que todos veíamos, empecinado en hacernos creer que las cosas no eran tan malas como parecían, que nuestra economía estaba ya remontando la crisis y que todo volvería a su cauce en cuestión de unos pocos meses. Pero España seguía llorando. Los parados se acercaban peligrosamente a los cinco millones y no se generaba trabajo. La deuda pública española también nos asfixiaba, pero todo, según el gobierno, iba bien. Hasta que en las instituciones de nuestra gran patria, ésa que llamamos Unión Europea, saltó la alarma: nuestra moneda, el euro, estaba perdiendo fuerza, su valor contra el dólar USA estaba bajando y se apuntaba como causa que algunas naciones tenían una economía rozando la bancarrota, comenzando por Grecia, a la que se tuvo que ayudar financieramente para que no cayera en el abismo de la insolvencia total. Después empezaron a sonar los nombres de Portugal y España, como otros miembros europeos que también estaban enfermos y, finalmente, se descubrió que otros países grandes tampoco estaban en su mejor momento. En definitiva, por la columna vertebral de la Unión Europea corrió un escalofrío de terror financiero y sus dirigentes no tuvieron más remedio que ponerse a pensar y a trabajar, a diseñar una estrategia de defensa, y a llamar al orden a los países más díscolos, entre los que estaba España, quizá en primer lugar.
Y, naturalmente, el gobierno español recibió una reprimenda y la advertencia, o la orden expresa, de que tenía que tomar medidas urgentes para salir de su crisis y ajustarse a los parámetros económicos y financieros que tenía establecidos la Unión Europea. Nuestros políticos ya no pudieron seguir con su cantinela demagógica de que todo lo hacían bien, de que España iba por buen camino, y que todos los problemas nos habían llegado del exterior. No, había llegado la hora de llamar al pan, pan, y al vino, vino. Y se pusieron a trabajar, pero como el socialismo español lleva muchos años fuera del camino recto y ya no se acuerda de su ideario político, de estar junto al obrero, al trabajador, al humilde y al menos favorecido de la sociedad, las medidas que fueron saliendo de su intelecto han atacado frontalmente a los españoles situados en las capas bajas del estrato social. Así, nos hemos encontrado con ideas tan poco afortunadas como reducir el sueldo de los funcionarios, congelar las pensiones, cancelar o recortar seriamente determinadas ayudas sociales y elevar 2 puntos porcentuales el tipo impositivo del IVA, que, por su uniformidad, es un impuesto que grava de igual manera tanto al pobre como al rico, pero que es comparativamente más oneroso para el que menos cobra que para el que tiene elevados ingresos.

Estas decisiones gubernamentales son intrínsecamente injustas, pues se hacen recaer sobre los inocentes, los que no son culpables de los problemas surgidos en España ni de aquellos que, supuestamente, nos vinieron de fuera. Los culpables, como queda dicho, fueron los ambiciosos, los que hicieron de la especulación y el abuso su norma de vida, los que no tenían más ley ni más dios que el dinero, las entidades financieras que fueron el complemento y el aliado de los codiciosos, las autoridades monetarias que no pusieron freno a los disparates financieros que se estaban produciendo y, finalmente, los políticos, y especialmente los socialistas, que, teniendo el poder en sus manos, no corrigieron los problemas que estaban surgiendo a partir de su llegada al gobierno, cuando ya era un clamor los abusos que trajo la introducción del euro y la especulación inmobiliaria era la vergüenza nacional.

Ahora todos esos culpables parece que están libres de culpa y pecado, que no tienen nada que expiar por sus desaciertos, omisiones, faltas, equivocaciones o delitos. A los que obtuvieron enormes beneficios con el trasiego inmobiliario, de momento no se les ha exigido nada, a las entidades de crédito tampoco se les ha pedido responsabilidades, sino que se les ha entregado dinero público, y las autoridades de todo tipo parecen ser intocables, aunque algunas estén envueltas en casos de corrupción y otras hayan demostrado su incompetencia e ineptitud.

Sin embargo, a los inocentes, a las víctimas de tantos abusos, se les ha atacado, y funcionarios, jubilados, pensionistas, trabajadores de todo tipo y necesitados de ayuda tendrán que entregar una parte de sus exiguos ingresos por la vía de los impuestos, de los recortes, de las congelaciones y de la inflación para poder rehacer la maltrecha economía española. La España de los humildes seguirá llorando, y quizá también empezará a pensar si fue conveniente y acertado dar el voto a los socialistas y si será bueno y adecuado seguir dándoselo en el próximo futuro.

30 de mayo de 2010

Luis de Torres

sábado, 1 de mayo de 2010

ESTATUTOS Y DISCORDIA

ESTATUTOS Y DISCORDIA

Los sufridos españoles, tanto los que estamos en una parte, como en la otra, de la España rota, o bien nos sentimos sorprendidos y apesadumbrados con la gresca política a que estamos asistiendo, o estamos irritados y malhumorados porque no cuajan ni se llevan a cabo las pretensiones, supuestamente justas, pero intrínsecamente equivocadas, que deseamos que se nos concedan.

Durante estos últimos días el estatuto de Cataluña está exasperando a los nacionalistas que desean que el Tribunal Constitucional les dé la razón, que el documento salga adelante sin que se toque ni un punto ni una coma del texto que prepararon los catalanistas y, por supuesto, que se admita que Cataluña es una nación, lo que, en principio, y para cualquier persona que no tenga la habilidad mental necesaria para retorcer, interpretar o amañar las leyes y disposiciones según su capricho y conveniencia, la palabra nación, o el concepto de nación, sólo es aplicable a España, “patria común e indivisible de todos los españoles”, como se dice en el Artículo 2º, del Título Preliminar, de la Constitución.

Es cierto que el Tribunal Constitucional está tardando demasiado tiempo en emitir su veredicto, sentencia, decisión, fallo, laudo o como deba llamarse, y esta tardanza no es buena para los catalanes ni para el resto de los españoles, pues ha dado lugar a que el nerviosismo de algunos políticos autonómicos haya llegado al disparate de lograr que el Parlamento de Cataluña pida al Tribunal Constitucional que se declare incompetente para dictaminar sobre el Estatuto catalán. ¿A qué extremo de estulticia hemos llegado para que algunos se atrevan a negar la competencia del más alto tribunal simplemente porque temen que su dictamen no les sea totalmente favorable? Hay que tener prudencia, paciencia y calma, y cuando se sepa el resultado ya tendremos tiempo todos para expresar nuestra opinión, unos para quejarnos o lamentarnos, otros para alegrarnos o regocijarnos. Y quizá habrá quien diga, remedando a algunos políticos: Acato la sentencia pero no la comparto.

Por otro lado, también estamos sufriendo los avatares del Estatuto de Castilla-La Mancha, en el cual se introduce una norma, artículo o condición que genera una seria e importante discrepancia entre comunidades: Tener competencias exclusivas sobre el trasvase Tajo-Segura y fijar una reserva de agua para Castilla-La Mancha. Esto dejaría prácticamente inservible el mencionado acueducto y a estas pretensiones se oponen las comunidades receptoras del agua trasvasada, que desde siempre, y aceptando la ley, están pagando el agua; es decir, que no la reciben gratis como cuando cae del cielo, sino que la están comprando a un buen precio y el dinero lo recibe Castilla-La Mancha. Pero en todo este asunto subyace algo que está más allá de la cesión o venta del agua, pues lo inaudito e inexplicable es que las aguas, sean éstas de superficie, subterráneas o de otro tipo, siempre se ha sabido, creído y comentado que son propiedad del Estado español, que es tanto como decir que las aguas son de todos los españoles. ¿O es que ahora, con la España fraccionada, cualquier comunidad puede arrogarse el derecho de propiedad, almacenamiento, distribución y uso del agua y obligar al Estado a reconocer tal derecho? Siempre había sabido que las leyes estaban para ser cumplidas, pero quizá esté equivocado, porque la democracia, tan deseada cuando no la teníamos, y tan reiteradamente invocada y alabada, ahora que la tenemos, nos está sorprendiendo con leyes, e interpretación y ejecución de algunas leyes, que los españoles comunes, esos que no tenemos mentalidad jurídica pero sí una idea simple, lógica y justa de los derechos y obligaciones que tenemos, no llegamos a comprender y nos hace dudar de las supuestas bondades de la democracia.

España se rompe y descompone, la argamasa que la tenía unida se está fragmentando y pierde ligazón, la insolidaridad aparece por doquier y algunas regiones quieren obtener ventajas, privilegios o derechos superiores a los que tienen las demás. Si en el artículo 14 de la Constitución Española se dice que “Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna…” parece más que lógico pensar que los estatutos que regulan la convivencia de los españoles no pueden ni deben hacer discriminaciones por razón de la zona o región en que habitan algunos de nuestros compatriotas y, por tanto, no debería autorizarse ningún estatuto particular sino que todas las autonomías tendrían que regirse por un estatuto único y general, para que todos los españoles fuéramos realmente iguales ante la ley.

La diversidad de estatutos sólo genera discordia y malestar. Sin embargo, el trabajo tenaz, honrado y bien hecho siempre aporta alegría, satisfacción y riqueza. El trabajo es lo importante, los estatutos no. Dejemos a estos últimos en la trastienda.

1 de mayo de 2010

Luis de Torres






jueves, 15 de abril de 2010

BANDO DE LA HUERTA

BANDO DE LA HUERTA

Quizá sea esta fiesta la más arraigada en el valle donde está enclavada la ciudad de Murcia, ya que recoge todo el acervo de tradiciones, costumbres, labores, herramientas y trajes de los habitantes de la huerta, así como la peculiar forma de hablar de ese derivado del latín, que llamamos panocho, pero que a mí me gusta enaltecer llamándolo lengua romance murciana.

El desfile de ese bando que derrama sobre la ciudad todas las esencias de la huerta inmemorial debe continuar, año tras año, aunque la rica y fértil tierra que fue dejándonos el río Thader durante siglos vaya desapareciendo bajo el cemento y el asfalto, y aunque las acequias se mueran de sed y ya no se oiga el murmullo del agua en sus cauces, y a las moreras, olvidadas y melancólicas, ya no se les recoja el jugoso alimento que los laboriosos gusanos convertían en hilos de seda. El bando debe seguir para recordarnos lo bueno y hermoso que teníamos alrededor de la ciudad, aunque la huerta que representa haya perdido, para nuestra desgracia, parte de su encanto, de su aroma, del duende verde, luminoso y sonoro que la envolvía.

Sin embargo, aunque el Bando de la Huerta merece nuestro cariño y felicitación, no ocurre así con la invasión de Murcia, por parte de miles de pseudo-huertanos que se visten con el traje típico de la huerta, pero que tienen muy poco o nada de huertanos, que se reúnen en jardines y plazas para, supuestamente, disfrutar de la fiesta, pero que sólo se congregan para gritar, vociferar, comer algo, y beber alcohol en exceso disfrazado de refresco, convirtiendo lo que podría ser una alegría sana, exultante y hermosa en un espectáculo desagradable, bochornoso, indigno, incívico, que genera asco y desprecio, y que sólo da mala fama y peor nombre a nuestra ciudad. En ese infausto día sentí pena y repugnancia por todo lo que estaba sucediendo: Me acerqué al jardín de la antigua fábrica de la pólvora y vi jóvenes de ambos sexos con claros signos de embriaguez, caídos en el suelo, orinando en cualquier sitio, defecando dentro de algunos inmuebles, vomitando en el jardín, las calles y los portales, dejando botellas, plásticos, papeles, envases, restos de comida, basura de todo tipo y olores nauseabundos por doquier, hasta que el citado jardín se transformó en un inmenso vertedero, sucio y asqueroso, que parecía ser el foco de peligrosas epidemias.

No quiero pensar que esta juventud sea la que deba sustentar el futuro de España. La falta de valores cívicos y morales se hace evidente. Y si no se sabe o no se puede educar mejor a nuestros jóvenes, más vale que se prohíban estas reuniones festivas, que nada tienen de culturales y sí mucho de mala educación y vandalismo.

14 de abril de 2010

Luis de Torres


viernes, 12 de marzo de 2010

ESPAÑA SE VISTE DE LUTO

ESPAÑA SE VISTE DE LUTO

A principios de este mes de marzo muchos españoles nos quedamos estupefactos e irritados, a la par que apenados, al contemplar en la televisión cómo algunos políticos felicitaban a la ministra Bibiana Aído, y, asimismo, se felicitaban entre ellos, con evidentes signos de alegría y satisfacción, porque en el Senado se había votado a favor de la llamada Ley Orgánica de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo 2/2010 de 3 de marzo, que es tanto como decir que ya se había implantado en España el aborto libre, que es lo que perseguían los políticos progresistas y algunas personas que, sin estar en la política, tienen o pueden tener intereses económicos en la destrucción de la vida.

El gobierno socialista, en contra del clamor del pueblo soberano, que ya ha salido más de una vez a la calle para proclamar que está en contra del aborto, y sí a favor de la vida de la persona no nacida, que desde el mismo momento de la fecundación ya es un ser humano, aunque haya quien lo niegue de forma aberrante, no hace caso de los ciudadanos honrados, honestos y justos que, lejos de defender ideas políticas o religiosas, están simplemente en contra del supuesto derecho a terminar con la vida de los inocentes, porque la fecundación, la gestación y el nacimiento pertenecen a la ley natural de la reproducción de las especies. Los que defendemos esta ley natural no somos unos atrasados mentales, ni unos timoratos que estamos en contra del avance de la civilización, ni defendemos ninguna religión (aunque tengamos derecho a profesar alguna), ni somos de izquierdas, de derechas o de centro (aunque también podemos tener nuestras ideas políticas), si no que, por encima de cualquier otra cuestión sobre las relaciones humanas, defendemos la maravilla natural que es la vida, ésa que ya disfrutamos los que recibimos la luz del sol y también la de aquellos seres que están todavía en el vientre de su madre, para que un día feliz puedan ver esa luz del sol, que no en vano al hecho de nacer se le llama “dar a luz”. Comenzar el ciclo de la reproducción para después, caprichosamente, destruirlo es un atentado contra las leyes inmutables de la naturaleza, y para las leyes humanas, derivadas del derecho natural, es un crimen.

En la Ley Orgánica 2/2010 de 3 de marzo abundan las justificaciones para que se pueda proceder a la interrupción voluntaria del embarazo, pero, por mucho que se quiera, no se puede justificar lo injustificable, ni convertir en un derecho lo que es un acto criminal. ¿Se ha pensado en el trauma moral que tiene que llevar en su corazón una madre que haya abortado voluntariamente? ¿Y, por otro lado, ¿se tiene en consideración la forma de pensar o de sentir del padre que sabe que su hijo ha sido asesinado?
España, o buena parte de España, está de luto. La mencionada ley es una desgracia que nos ha traído el progresismo, y si algún día tenemos un gobierno que respete la vida tendrá que derogar la ley 2/2010 de 3 de marzo, y, posiblemente, también se verá obligado a pedir responsabilidades a los que, de forma imprudente, y olvidándose de la ley natural, nos han traído el dolor y la miseria moral de la citada ley.

12 de marzo de 2010

Luis de Torres


viernes, 5 de marzo de 2010

LIMPIA, FIJA Y DA ESPLENDOR

LIMPIA, FIJA Y DA ESPLENDOR

Cuando leo o escucho alguna frase que, según mis conocimientos y criterio, me parece que contiene algún error lingüístico, me acuerdo del lema o divisa de la Real Academia Española y pienso que todavía queda mucho por hacer en lo relativo a la limpieza del español, esa herramienta de singular belleza, sonoridad y construcción que utilizamos millones de personas para entendernos a la perfección en todos los órdenes de la vida, sean éstos comerciales, jurídicos, educativos, religiosos, festivos, amatorios, o de cualquier otra clase.

Sin embargo, la llegada de la democracia, especialmente la democracia a la española, que dista mucho de las democracias anglosajonas y de otras cercanas a nosotros, ha introducido en nuestra lengua, a través de esa fractura de la patria hispana, que conocemos ahora como las comunidades autónomas, una indeseable contaminación que resta ese esplendor que persigue la Real Academia Española. Me refiero al uso en la lengua española de topónimos que corresponden a otras lenguas, que lejos de enriquecer el idioma español lo empobrecen y menoscaban, y lo peor de todo ello es comprobar que este alejamiento del purismo lingüístico lo practican preferentemente algunos periodistas, locutores de radio, presentadores de televisión, personas que adquieren cierta fama y relieve, y determinadas empresas que desarrollan su labor en los medios de comunicación, aunque, afortunadamente, en algunos casos de las citadas profesiones y actividades se observa un cuidado exquisito en mantener la pureza de la lengua, que es de agradecer y de loar.

Ahora nos encontramos en la lengua española, y sólo citando unos cuantos casos, que Alicante es “Alacant”, las Islas Baleares son “Illes Balears”, La Coruña es “A Coruña”, El Grove es “O Grove”, San Sebastián es “Donostia”, Fuenterrabía es “Hondarribia”, Orense es “Ourense”, Lérida es “Lleida”, Tarrasa es ”Terrassa”, San Baudilio de Llobregat es “Sant Boi de Llobregat” y Villajoyosa es “La Vila Joiosa”, y otros muchos cambios que no es cuestión de mencionar aquí. Sin embargo, lo que más llama la atención es que, además de los topónimos, también se han introducido cambios en los artículos, y así nos encontramos con que el artículo determinado masculino singular “el” se ha convertido en “O”, como en “O Grove”, y el artículo determinado femenino singular “la” ha pasado a ser ”A”, como en “A Coruña”.

Yo no tengo nada que objetar si en lenguas como el vascuence, el catalán, el valenciano o el gallego se desestiman los topónimos españoles y se utilizan los correspondientes a su propia lengua, pero lo que no me parece correcto ni aceptable es que la lengua española se vea modificada y alterada con nombres que no le son propios. Si se habla o escribe en español hay que utilizar los nombres en español y la gramática y ortografía españolas, porque si seguimos por el camino que ha trazado la democracia actual, de mezcolanza de lenguas, un día nos encontraremos con que Londres es “London”, Ginebra es “Genève” o La Haya es “Den Haag”.

5 de marzo de 2010

Luis de Torres

sábado, 13 de febrero de 2010

LA LÍNEA QUEBRADA DEL SOCIALISMO

LA LÍNEA QUEBRADA DEL SOCIALISMO

Hace ya muchos años, cuando yo aún creía en la rectitud y firmeza de criterio de los políticos, tenía el convencimiento de que el socialismo había nacido con la idea profunda y noble de defender al obrero, al campesino, al proletario y a todos aquellos que no tenían más patrimonio que sus manos y su físico, y que esa idea era una línea recta, continua, inmutable e inmarcesible.

Pasaron los años y el paisaje que íbamos contemplando los españoles empezaba a tener otros colores, que no eran tan luminosos ni tan cálidos como cuando las políticas idealistas se pregonaban y pronto anidaban en el corazón de los humildes y desheredados, sino que, incomprensiblemente, tenían tintes grises, oscuros, desvaídos y borrascosos. Muchos empezamos a pensar que la geometría de izquierdas estaba cambiando, que aquella línea recta, la que nos presentaba el socialismo entre rosas rojas y puños en alto, se estaba torciendo, tomaba otros derroteros, cambiaba de rumbo, y se convertía, poco a poco, en una línea quebrada y errática, que, además de no dirigirse hacia una meta definida, se iba alejando de los postulados primitivos de ayuda y amparo para la clase trabajadora.

Me vienen a la memoria estas reflexiones porque este nuevo año estamos sufriendo los trabajadores y los jubilados y pensionistas otra oleada de dislates del partido en el gobierno, que cada vez se aleja más de su supuesta línea programática. Ahora, nos encontramos con los siguientes problemas:

-Que la subida de las pensiones, que anunciaron que era de un escuálido uno por ciento, se ha convertido por un malabarismo político-económico-financiero en una bajada real de tales pensiones, ya que la retención del IRPF se ha elevado considerablemente, y el resultado final es una minoración del importe que recibe el jubilado o pensionista, a pesar de lo cual el Sr. Ministro de Trabajo informa a los receptores de pensiones, mediante carta de enero de 2010, que “el poder adquisitivo queda plenamente garantizado y mejorado.” Me quedé perplejo. ¡Los pensionistas íbamos a cobrar menos, pero el poder adquisitivo iba a mejorar! ¿En qué Facultad de Ciencias Económicas se estudia esta singularidad?

-Que, al mismo tiempo, comenzaron a llegarnos noticias sobre la posibilidad de que la edad de jubilación se extendiera más allá de los 65 años, quizá hasta 70, o en el término medio de los 67, diciéndonos que este cambio en la edad de jubilación era necesario para que se generaran suficientes fondos en la caja de la Seguridad Social para poder pagar una pensión a los trabajadores que actualmente están en activo. Esta nueva forma de pensar del gobierno socialista ha encontrado una fuerte oposición entre trabajadores y sindicatos, y también en algunos partidos políticos, pues lo más conveniente, en vez de alargar la edad de jubilación, sería crear puestos de trabajo, para que tengamos más cotizantes y aumenten los ingresos en la Seguridad Social, y después, si alguien quiere seguir trabajando hasta los 67 años, pues que se le permita hacerlo, otorgándole algún incentivo fiscal o de otro tipo.

-Que, contrariamente a lo que se pueda pensar, la línea quebrada del socialismo en lo referente a ayuda a trabajadores y jubilados y protección de la jubilación, comenzó hace ya varios años, pues no se puede olvidar que en el año 1994, durante el mandato de Felipe González, se publicó el Real Decreto Legislativo 1/1994, de 20 de junio, por el que se aprobaba el Texto Refundido de la Ley General de la Seguridad Social, en cuya disposición transitoria tercera, en su norma 2, del apartado 1, se confirmaba la reducción de la pensión en un 8% por cada año o fracción de año que le faltara al trabajador para cumplir los sesenta y cinco años de edad, sin tener en cuenta cuántos años había cotizado. Con la citada disposición, que tenía el beneplácito del gobierno socialista y la satisfacción de las grandes empresas, se cometió un infame y perverso atropello a los trabajadores, pues se daba la paradoja, a la par que un tremendo agravio comparativo, de que una persona que hubiera cotizado 40 o más años, a la que hubieran obligado a jubilarse a los 60 años, perdía un 40% de su pensión durante el resto de su vida, mientras que otra persona que sólo hubiese cotizado 15 años, pero que se jubilara a los 65 años, recibía el 100% de la pensión que le correspondiera. Y para colmo de tanta injusticia parecía haber una connivencia entre gobierno y empresas para que éstas justificaran la extinción del contrato de trabajo como una decisión libre y voluntaria del trabajador, cuando en la inmensa mayoría de los casos la prejubilación, quizá por encima del 90%, se llevaba a cabo mediante acciones coercitivas e impositivas, tendentes a anular la libre voluntad del trabajador cuando éste prefería seguir en su puesto de trabajo.

-Que, a este respecto, hay que mencionar el documento que figura en el diario del Congreso de los Diputados, de fecha 21 de febrero de 2006, con número de expediente 162/000250, que contiene una Proposición no de ley sobre la actualización de la cuantía de las jubilaciones anticipadas al cumplir los 65 años, que fue aprobada por unanimidad, ya que se emitieron 310 votos y todos ellos fueron a favor de la citada proposición, la cual la defendieron varios parlamentarios con vigor y claridad por considerar los coeficientes reductores injustos, discriminatorios y causantes de una penalización que recaía sobre miles de trabajadores que no habían hecho nada para merecer semejante castigo y semejante quebranto. Y en la citada Proposición no de ley se puede seguir leyendo lo siguiente: Sobre esto saben mucho los prejubilados de algunas empresas, sobre todo de algunas importantes…que fueron conminados de alguna manera a prejubilarse de múltiples formas, como, por ejemplo, una degradación del puesto de trabajo u otras cosas similares.

-Que la citada Proposición no de ley ya lleva casi cuatro años en el baúl de los recuerdos, que la votaron a favor todos los representantes de los grupos políticos, incluidos los socialistas, pero que éstos, olvidándose una vez más de la protección al trabajador y siguiendo la zigzagueante línea quebrada que han adoptado, no han hecho nada todavía para resolver el problema, pensando que quizá la mejor solución esté en dejar que pase el tiempo y que Átropo, la parca, corte el hilo de la vida de las víctimas inocentes de aquel castigo que supuso la introducción de los coeficientes reductores.

Y ahora, para colmo de desdichas y de males, la equivocada gestión socialista, que no supo o no quiso poner orden en la frenética locura del crecimiento urbanístico, ni en la desmesura financiera en el mismo sector, más algunos problemas que nos llegaron del exterior, ha dado como penoso resultado la estremecedora cifra de más de cuatro millones de parados, una economía estancada y una muy lejana posibilidad de alcanzar la recuperación y la estabilidad de España.

13 de febrero de 2010

Luis de Torres

lunes, 18 de enero de 2010

POLÍTICAMENTE CORRECTO

POLÍTICAMENTE CORRECTO

Tengo la sospecha de que la persona que comenzó a utilizar estas dos palabras en el orden que están colocadas estaba intentando dar visos de verosimilitud a una patraña, falacia, mentira, falsedad o superchería, y también sospecho que esa persona era un político o un defensor de alguna idea política.

No sé por qué el adjetivo “correcto” se tuvo que adornar con el adverbio de modo “políticamente” porque si algo es correcto lo es intrínsecamente y no hay que añadir de qué modo es correcto. Si un hombre es correcto hemos de pensar que sus decisiones, acciones, pensamientos o hechos son buenos, y esto también es aplicable a las mujeres, y esa corrección en la forma no necesita de ningún aditamento adverbial. Es correcto y basta.

Por eso, me resulta desagradable leer, u oír, que algo es políticamente correcto, porque enseguida me asalta la sensación de que la persona que está utilizando esta forma de escribir o hablar carece de la suficiente seriedad como para que la exposición que está haciendo de alguna materia pueda ser creída en su totalidad, sin que quede ninguna sombra de duda.

He observado que algunas personas, generalmente periodistas o políticos, hacen referencia en ocasiones, y con cierta sorna, a la utilización por otros de las dos citadas palabras, como queriendo dar a entender que existe un trasfondo de inexactitud y engaño y que debemos ser cautos con el mensaje que se transmite con el mencionado adverbio de modo.

Esperemos que no se difunda el uso de otros adverbios de modo para catalogar la palabra correcto, pues nos podríamos encontrar con creaciones absurdas, que, por su absurdidad, serían adoptadas sin sonrojo por muchos pseudo-cultos. Se me ocurren algunas barbaridades adverbiales en relación con la palabra “correcto”, pero, como estoy en contra de ellas, las dejo caer en el olvido, no vaya a ser que alguien se apodere de alguna y la ponga en circulación, como ocurrió desgraciadamente con el conocido latiguillo de “políticamente correcto”.

Luis de Torres

18 de enero de 2010