jueves, 30 de septiembre de 2010

CAMBALACHE E IGUALDAD

CAMBALACHE E IGUALDAD


Una vez transcurrido el mes de agosto, con sabor a mar y a montaña, con incansables oleadas de calor que nos obligaban a buscar la sombra protectora, la brisa refrescante y las bebidas frías, llegó el mes de septiembre mucho más animado políticamente que su predecesor, pero que no nos ha traído bienaventuranzas ni alegrías, pues seguimos sumergidos en nuestras miserias de paro, recortes salariales, pensiones en declive, estancamiento económico y futuro incierto.

Sin embargo, los políticos sí nos han dado motivos para pensar en los errores que cometen, que a nada bueno conducen, pero que aumentan nuestras dudas sobre la bondad de la democracia española, e incluso la idoneidad de algunos artículos de la constitución española.

En efecto, durante el mes de septiembre el gobierno español ha pactado con el partido nacionalista vasco unas concesiones tituladas transferencias de las políticas activas de empleo que suponen, según nos dicen en los medios de comunicación, la entrega de un importe estimado en unos cuatrocientos setenta y dos millones de euros, que servirán para que el citado partido apoye con sus votos la aprobación de los presupuestos generales del estado, ya que, de otra forma, según parece, los mencionados presupuestos no podrían salir adelante, y el gobierno tendría un grave problema sobre la mesa.

No sé cómo calificar estos acuerdos que sólo pretenden comprar unos votos (los pocos votos que tiene el PNV) con el dinero de todos los españoles, que no sé si será legal y constitucional como dice el partido en el poder, pero que a mí me parece un injusto cambalache hecho a espaldas de la mayoría de los españoles. Hay quien dice que con este acuerdo se rompe la caja única de la Seguridad Social y hay quien dice que no, pero yo no puedo opinar porque me faltan conocimientos objetivos de este asunto. Sin embargo, sí tengo la seguridad de que el citado acuerdo ha introducido otra dolorosa cuña en la sociedad española para seguir agrietando la igualdad entre las regiones de nuestra patria.

Después de este malhadado acuerdo, España celebró el 24 de septiembre de 2010 el Bicentenario de las Cortes de Cádiz en los mismos sitios en que se gestó la primera constitución española, y, naturalmente, las más destacadas autoridades de la nación hicieron uso de su oratoria para rememorar y ensalzar las virtudes de aquella decisión política de hace 200 años, pero el señor presidente del Congreso de los Diputados, lleno quizá de emoción patriótica se atrevió a decir que ahora los españoles teníamos la España de la igualdad, aseveración que está muy lejos de la realidad, pues mientras tengamos acuerdos especiales con una región, apoyemos a unos estatutos que diferencian a unos españoles del resto, se mantengan fueros y privilegios y se admitan derechos históricos que nunca existieron, en España no habrá igualdad.

30 de septiembre de 2010

Luis de Torres

jueves, 16 de septiembre de 2010

IMPUESTOS POR DOQUIER

IMPUESTOS POR DOQUIER

Hace un par de días recibí dos facturas de la compañía suministradora de electricidad, correspondientes a sendas viviendas a mi nombre, y, como de costumbre, me fijé en los importes a pagar, que no eran muy elevados, pues suelo ser cuidadoso y austero en el uso de la energía eléctrica, al igual que hago con el consumo de agua potable.

Después, fui algo más curioso con el resto de números y textos que aparecen en las facturas, y me quedé sorprendido con la composición del importe a pagar, pues mi austeridad en el gasto de energía eléctrica se deriva del hecho de que siempre se nos ha dicho que no despilfarremos ni la energía ni el agua, y de mi deseo de ahorrar dinero y no malgastar mis escasos ingresos, pero estos sanos principios de poco sirven cuando se mezclan con la fiscalidad.

En efecto, del estudio de las dos facturas mencionadas, he llegado a la conclusión de que la presión fiscal se hace mayor cuanto menor es el gasto de energía, y, además, que los impuestos, recargos, tasas, etc. que gravan el consumo de electricidad son tan elevados que se pueden calificar de abusivos. Y todo esto lo digo basándome en los datos que figuran en las facturas, ya que la compañía suministradora incluye en sus documentos un gráfico en el que se desglosa porcentualmente el importe a pagar según el destino que tienen los fondos. Asimismo, la empresa nos ofrece los siguientes textos para ampliar la información:

Costes suministro eléctrico
Producción y suministro de la energía.
Retribución de la red eléctrica.
Resto de costes
Recargos por normativa vigente.
Impuestos (Impuesto sobre electricidad + IVA)

En mis facturas estos dos grupos tienen los siguientes porcentajes: 56% y 44% y 54% y 46%; es decir, el primer porcentaje para los costes de suministro eléctrico y el segundo para el resto de costes (impuestos, recargos y otros), y si tomamos el primer porcentaje como la base imponible sobre la que calcular la presión fiscal nos encontramos con que los impuestos, recargos y otros gravámenes suponen el 78,57% en la factura de mayor importe y el 85,19% en la factura de menor importe. De estos porcentajes se deduce lo siguiente: Que la carga fiscal es asfixiante y que la misma recae con mayor dureza sobre el ciudadano que menos consume. Esto puede deberse a que algún recargo es fijo sin tener en consideración el gasto de energía, pero este dato no figura en la información que da la compañía suministradora.

Como se puede ver, los porcentajes impositivos son tan altos que no sé si calificarlos de abusivos, desmedidos o exagerados, pero sí sé que ni son moderados, ni mesurados ni justos. Y para que la injusticia sea aún mayor hay que citar que el IVA al 18% también se aplica sobre el impuesto sobre la electricidad del 4,864% y su recargo del 1,05113. Es decir, un impuesto que grava otro impuesto. Y aún hay algún político que dice que en España los impuestos son muy bajos. ¡Qué sorpresa! ¡Yo creía que eran los sueldos y las pensiones!

Luis de Torres