martes, 28 de octubre de 2008

NO ME EQUIVOQUÉ

Cuando me enteré que el día 8 de octubre de 2008 los bancos centrales europeos y americanos habían decidido bajar el interés básico un 0,50% pensé que a los pequeños ahorradores nos habían asestado una puñalada, que, sin ser mortal, era ciertamente dolorosa, porque venía a reducir aún más nuestros siempre pobres ingresos financieros, procedentes, asimismo, de nuestros siempre escasos ahorros.
Como consecuencia de esta situación, el día 19.10.08 publiqué en mi blog una entrada bajo el título de "¿Quién se acuerda de los ahorradores? y en este escrito vaticinaba que "tanto bancos como cajas de ahorro y hasta el propio Tesoro Público se apresurarían a bajar los intereses"
Y no me equivoqué, pues ayer pasé por el Banco de España y recogí la hoja del Tesoro Público donde se publican las condiciones de la subasta próxima de Letras del Tesoro y los resultados de la subasta anterior, y me quedé estupefacto. Pues, efectivamente, yo no me había equivocado al vaticinar que se produciría una rápida bajada de los intereses para los ahorradores, que yo, quizá cándidamente, evalué en un porcentaje alrededor del 0,50%, en línea con lo acordado por los bancos centrales, pero sí me equivoqué, y en gran medida, al utilizar la lógica en cuestiones financieras, pues ahora, según estamos viendo, entre crisis, falta de liquidez, refundación del capitalismo, masivas ayudas dinerarias a la banca, pánico en las bolsas de valores y otras cuestiones con las que los ciudadanos nos hemos dado de bruces, sin tener ninguna culpa, sino como víctimas de los codiciosos, la lógica de todo tipo ha desaparecido y nadie sabe si nuestro futuro marchará por una autopista, una calle peatonal o un camino vecinal.
Y toda esta reflexión la hago porque la bajada del interés de las Letras del Tesoro a 12 meses, en relación con la anterior subasta del mes de septiembre, fue del 0,975%, que es el resultado de restar al 4,298%, que fue el interés medio de septiembre, el 3,323%, que ha sido el interés medio de la subasta del 15 de octubre.
Pero mientras los ahorradores, o compradores de Letras del Tesoro, que generalmente somos personas prudentes, recibimos esta mala noticia, el Tesoro Público, que aceptó peticiones en la subasta de octubre por valor de € 4.866.780.000, se benefició de un menor gasto por intereses de € 47.451,105. ¡Y aún nos dijeron que a los ciudadanos no nos iba a costar ni un céntimo las ayudas que diera el Estado!
Y este disgusto no termina aquí, ya que, hoy mismo, se nos anuncia otra posible bajada de los tipos de interés. ¿Cuántas otras calamidades nos pueden azotar por no haber puesto coto a tiempo a eso que llaman el liberalismo económico, pero que yo llamaría la dejación de funciones de control lógico de los gobiernos?
28 de octubre de 2008

Luis de Torres

domingo, 19 de octubre de 2008

¿QUIÉN SE ACUERDA DE LOS AHORRADORES?

Estamos viviendo una época de cambio, de convulsiones financieras, de alarma, de posible transformación de los sistemas políticos, de pánico en las bolsas de valores, y, en definitiva, de CRISIS, esa palabra que tanto tiempo estuvo esquivando nuestro gobierno pero que, en definitiva, tuvo que aceptar ante el evidente colapso de buena parte de la economía.

Después empezaron a surgir las reuniones, las discusiones, las ideas, lógicas o disparatadas, los acuerdos y los pactos, para ver si se ponía remedio a tanta calamidad, y, si mal no recuerdo, la primera medida que se adoptó y se llevó a la práctica fue la bajada de los intereses, y, además, de común acuerdo entre europeos y norteamericanos, y en vez de reducir el interés en un moderado 0,25, los dirigentes de uno y otro lado del Atlántico decidieron dar un hachazo del 0,50 al tipo de interés básico que se tenía en aquel momento, e incluso se mencionó la posibilidad de seguir en el próximo futuro con más bajadas del precio del dinero.

Las grandes mentes pensantes financieras creyeron que ésta era una buena medida, pero quizá se precipitaron en sus juicios porque este recorte en el tipo de interés, que puede ser bueno indudablemente para determinados sectores, actividades o colectivos, es, al mismo tiempo, malo y perverso para otros grupos, e inadecuado económica y políticamente. En efecto, cuando la inflación desborda todas las previsiones, sigue en ascenso y no se sabe cuándo va a terminar esta tendencia, siempre habíamos sabido que una importante medida de contención era la subida de los tipos de interés. Ahora, sin embargo, cuando la inflación es uno de nuestros grandes azotes se toma la decisión equivocada. ¿O es que antes nos estaban enseñando mal las lecciones de macroeconomía?

Pero aparte de que nos hayan dado las lecciones bien o mal, hay otra circunstancia de la que ningún político habla, quizá porque esté prohibida en los altos niveles en que se mueven, o posiblemente porque no convenga airearla. Me refiero a que la bajada de intereses es lesiva para cientos de miles de pequeños ahorradores que, como laboriosas hormiguitas, van ahorrando céntimo a céntimo unos cuantos euros para tener siempre una reserva para lo que pueda pasar. Estos ahorradores se encuentran entre los trabajadores, funcionarios, pensionistas, jubilados, etc., que formamos un enorme colectivo de ciudadanos con escasos ingresos, pero que deseamos rentabilizar en lo posible nuestros pequeños ahorros, los cuales son bienvenidos por bancos y cajas, por el pasivo barato pero importante que les aportan. Pero ahora los políticos, que tanto hablan de que los ciudadanos no tendremos que pagar ni un céntimo para arreglar la crisis, con la bajada de intereses nos han convertido en los primeros en tener que aportar parte de nuestros exiguos rendimientos, pues no tenemos duda de que tanto bancos como cajas de ahorro y hasta el propio Tesoro Público se apresurarán a bajar los intereses en todos los depósitos dinerarios y productos financieros.

Y los humildes y sufridos pequeños ahorradores tendremos que seguir soportando la elevada inflación que se ha estado generando por los codiciosos de todo tipo y por la inactividad y abulia de los gobernantes, que no solamente no han sabido, no han podido, o no han querido cortar la desaforada especulación sino que, en muchos casos, se han subido al mismo carro y nos han abrumado con impuestos más allá de lo legal o razonable.
Dicen que el ahorro es una virtud, pero cuando la remuneración de este ahorro está por debajo de la inflación se convierte en una virtud agredida y maltratada y en una erosión continuada y destructora de las economías de los millones de pequeños ahorradores de los que nadie, economistas, o políticos, o financieros, parece acordarse.

19 de octubre de 2008.

Luis de Torres.