sábado, 14 de mayo de 2011

LA SENSATEZ DE HUNGRÍA

LA SENSATEZ DE HUNGRÍA


El pasado día 18 de abril de 2011 el Parlamento húngaro aprobó, por una amplia mayoría, la nueva Constitución, que entrará en vigor el día 1 de enero de 2012, y dejó atrás definitivamente su forzada alianza con el comunismo, aunque previamente ya había entrado a formar parte de la OTAN y también de la Unión Europea.

Esta noticia tendría que haber sido recibida con alegría y satisfacción por los países que también están integrados en la Unión Europea, pero no fue así, porque todavía no tenemos un sentimiento patrio, político, histórico, solidario y común que haga de la Unión Europea una gran nación, de la que estemos orgullosos, en la que podamos vivir en paz y en armonía, conservando siempre nuestras costumbres y modos de ser, pero teniendo y sintiendo, por encima de todo, la condición irrenunciable y grandiosa de ser europeos unidos.

Lo triste y descorazonador es que algunos europeos que están ocupando cargos en el Parlamento Europeo pidieron a la Comisión Europea que estudiase el texto de la Carta Magna húngara, “por considerar que su texto puede ir en contra de los principios básicos de la Unión Europea sobre democracia y derechos fundamentales” Los que pidieron el estudio del texto son los que militan en partidos de izquierdas, los mismos, quizá, que rechazaron la inclusión en la fallida constitución europea del reconocimiento de las raíces cristianas de Europa.

Los húngaros, sin embargo, que tanto han sufrido a lo largo de la historia, en su nueva Constitución no renuncian a sus ideas milenarias, justas y morales, reconocen las raíces cristianas de su país, rinden homenaje a San Esteban rey, que llevó a Hungría al seno de la Cristiandad y, además, en vista de la degradación moral que se está extendiendo por algunos países europeos, defienden la vida y protegen el matrimonio entendido como la unión legal entre un hombre y una mujer.

Pero estos ideales, que son nobles y dignos de encomio y forman parte de nuestra civilización ancestral, algunos políticos consideran que pueden ser contrarios a la democracia y a los derechos fundamentales. Pero, ¿saben esos políticos lo que es democracia y derechos fundamentales? Posiblemente no, o, en todo caso, no saben discernir entre lo bueno y lo perverso, lo justo y lo delictivo, lo digno y lo despreciable. ¿Existe algún derecho que sea más fundamental que el derecho a la vida? Pues ese derecho lo defiende la nueva Constitución húngara, que significa que rechaza el aborto y otras posibles formas de acabar con la vida humana, y esa misma Carta Magna protege el matrimonio, creador de la familia, que es otro derecho fundamental.

Y en cuanto a la herencia religiosa de los europeos, que también molesta a determinados políticos, habría que recomendar a éstos que se dieran una larga vuelta por Europa, que miraran a su alrededor con atención y cuidado, y verían que en todas las ciudades, pueblos, y hasta en pequeños núcleos de población, existen templos cristianos, sean éstos catedrales, basílicas, santuarios, iglesias, monasterios, conventos, ermitas, etc., que son la prueba irrefutable de que, a lo largo de muchos siglos, los pueblos europeos han vivido y se han desarrollado bajo la religión cristiana. ¿Por qué hemos de renegar de nuestras raíces religiosas? Nuestros antepasados las defendieron en Covadonga, en Las Navas de Tolosa, a las puertas de Viena, en Lepanto y en otros muchos sitios, las llevaron a otros continentes, con convicción y entrega a sus ideales, y no debemos olvidar su esfuerzo, su valentía y su legado histórico.
Hungría, con su nueva Constitución, ha llenado de contenido noble este importante documento y ha traído un aire nuevo a la Unión Europea, aunque algunos crean, como dicen los componentes del grupo socialista europeo, que los magiares han retrocedido al pasado.

14 de mayo de 2011

Luis de Torres

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