martes, 26 de mayo de 2009

LA ESPAÑA HERIDA

LA ESPAÑA HERIDA

Hace algunos días comencé a pensar en todas las desgracias que teníamos en España, las que habíamos creado nosotros mismos; es decir, los ciudadanos sin escrúpulos y con una ambición desmedida y los políticos sin visión de futuro y sin formación suficiente para dirigir con mano firme la nave del Estado, más aquella basura financiera que nos llegó del exterior, y a pesar de que busqué en mi mente alguna solución o remedio para nuestros males, no pude hallar nada satisfactorio, porque los problemas eran demasiado grandes y mi capacidad para resolverlos demasiado pequeña.

Mis pensamientos se deslizaron después hacia el campo poético, que siempre pone belleza, luminosidad y sosiego, aunque el trasfondo del tema sea triste y amargo, y mi mente fue hilvanando cuatro versos octosílabos, en los que no supe introducir ni una gota de alegría o esperanza, como se ve a continuación:

Esta pobre España herida
por codicia y corrupción
tiene difícil salida
de sus penas y aflicción.

Sí, tenemos una patria apenada y afligida, porque muchísimos de sus ciudadanos estamos siendo agredidos física y espiritualmente, porque ¿acaso no es una agresión física la pérdida del trabajo y de los medios de subsistencia? y, por otra parte, ¿quién puede poner en duda que no sea una agresión espiritual las actuales iniciativas, normas o leyes que van contra la vida y la moral?

Últimamente, a los españoles, o, al menos, a una buena parte de ellos, en la que me encuentro, se nos está llevando a la confusión, al desánimo, a la incredulidad, al malestar mental y a la duda sobre las supuestas bondades de la democracia. Ahora, cuando tenemos un problema económico muy serio y preocupante, y un paro disparatado, que afecta a trabajadores españoles y de otras procedencias, que debía quitar el sueño a nuestros gobernantes y sorberles el seso para encontrar soluciones, se nos está vendiendo el aborto libre como una actuación prioritaria y un derecho absoluto de la mujer, se está poniendo en tela de juicio a qué especie pertenece un embrión que se ha formado y se desarrolla en el vientre de una mujer, y se están buscando absurdas justificaciones médicas, jurídicas, científicas y de otro orden para privar de la vida, para asesinar a un ser humano indefenso e inocente, de forma supuestamente legal y no punible, para que salgan indemnes los que perpetran el delito, tanto la madre como las personas que la asistan en el terrible trance.

Me da igual lo que digan esos llamados expertos, porque sus informes son elucubraciones para dar cobertura aparentemente científica a las llamadas políticas progresistas de los gobernantes. La concepción y su desarrollo hasta llegar al alumbramiento no es una cuestión política, ni religiosa, ni filosófica, ni metafísica: Es, simplemente, una ley natural, y no caben distorsiones ni componendas. Y la vida que emerge con la unión del espermatozoide y el óvulo, o de la célula reproductora masculina y la femenina, desde el primer momento de la fecundación es una vida de la misma especie que tienen los progenitores y no es solamente un ser vivo sin saber a qué especie pertenece. Una vida que comienza en el vientre de una mujer es, sin lugar a dudas, una vida humana. Y así ocurre siempre en la naturaleza: Cada especie genera descendientes de su misma especie y no existe ninguna fase de esa nueva vida en que no se sepa a qué especie pertenece. Y a mayor abundamiento en la cuestión del aborto, que yo rechazo abiertamente, por considerarlo un atentado contra la vida, nos encontramos, asimismo, con la anulación de la patria potestad, al proponer en la futura ley que una menor pueda abortar sin contar con el permiso de sus padres. ¿A quién se le habrá ocurrido semejante despropósito?

También, dentro de nuestras desgracias, estamos viendo que la dimensión del Estado es cada vez más pequeña, mientras que el poderío de las Autonomías se hace cada vez mayor y más insolente. Parece que los españoles hemos olvidado la historia y queremos repetirla. Los musulmanes, que tuvieron una época de esplendor y fortaleza cuando estaban unidos y dependían del Califato de Damasco y, posteriormente, del Emirato y Califato de Córdoba, comenzaron su decadencia y debilidad cuando, a partir del año 1031, se disgregaron en Reinos de Taifas, que los cristianos supieron aprovechar adecuadamente para ir derrotándolos hasta lograr la total expulsión de los musulmanes del territorio español. Ahora estamos asistiendo al desarrollo de los Reinos de Taifas Autonómicos, que ni son islámicos ni son cristianos, y algunos no quieren ser ni españoles, y esta situación no puede conducir nada más que a la catástrofe, puesto que ya están aflorando disensiones y enfrentamientos entre algunas autonomías.

Y ahora, para colmo de males, hasta las más altas instancias jurídicas del Estado nos obsequian con decisiones que otros mortales, esos que no somos expertos en cuestiones legales, pero que deseamos contar con una justicia en estado puro, no comprendemos, ni entendemos, ni podemos admitir. Hace unos días, el Tribunal Supremo rechazó la inclusión de una formación política en la lista de partidos que podían acudir a las elecciones europeas, por estimar que ese grupo tenía connotaciones filoterroristas, y, días después, el Tribunal Constitucional sí admitió que la citada formación política se presentara a las elecciones europeas, dejando sin efecto los argumentos del Tribunal Supremo. Y los españoles nos preguntamos ¿cómo puede existir tan disparatado criterio en dos tribunales de tanta altura? ¿Por qué el mismo asunto es blanco para unos juristas y negro para otros? Creo que muchos españoles ni damos ni quitamos la razón a ninguno de los citados tribunales, quizá porque nunca hemos entrado en los laberintos del derecho y no sabríamos encontrar el camino hacia la salida, pero esos muchos, o muchísimos españoles, sí nos hemos quedado estupefactos, atónitos, sorprendidos y perplejos por esa increíble diferencia de criterio.

¡Pobre España nuestra! ¿Cuándo se curarán tus heridas?

26 de mayo de 2009

Luis de Torres

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