domingo, 15 de febrero de 2009

BUY AMERICAN

BUY AMERICAN


Desde la llegada de Obama al poder he leído en algunas revistas la frase “Buy American” y, en algún caso, con la bandera estadounidense ondeando sobre las citadas palabras. Esto, naturalmente, es una recomendación, que no una imposición, del gobierno de los Estados Unidos para que sus ciudadanos compren productos elaborados o manufacturados en su país, con preferencia a los artículos procedentes de otras naciones. Buy American forma parte de las medidas puestas en marcha para atajar y desterrar la crisis, la depresión, el desempleo y otras calamidades con que nos está obsequiando la primera década del siglo XXI, y aunque estas dos palabras parecen tener lógica cuando hablamos de economía, puesto que pretenden defender y favorecer a la nación que las está utilizando, al verlas aparecer en el país más liberal del mundo, algo nos dice que se está quedando atrás la política tradicional de los EE.UU. y que está comenzando una nueva era, que puede significar un retroceso de las ideas hacia épocas de proteccionismo económico, o hacia un mayor intervencionismo del gobierno.

Aparte de estas disquisiciones, tanto si se usan las palabras “Buy American” como si se utiliza la frase “Compre productos españoles”, que ya fue sugerida por algún ministro del gobierno español, los ciudadanos de todos los países a los que se les recomienda que compren productos nacionales, podrían decir a sus respectivos gobernantes que pusieran en circulación un “slogan”, dirigido a los empresarios, fabricantes y elaboradores de productos de consumo, que dijera: “Produce better and sell cheaper” o “Produzca mejor y venda más barato”, porque la gente suele comprar artículos de procedencia extranjera porque su precio es inferior a los productos similares que se elaboran o fabrican en su propio país, dejando en un segundo plano la supuesta mejor calidad de lo autóctono. La economía particular es la primera que tenemos en cuenta las personas. La economía de la nación la dejamos en las manos de los gobernantes, aunque la confianza que depositamos en los mismos pueda resultar peligrosa.

Luis de Torres

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