Luis de Torres
lunes, 31 de diciembre de 2012
EL PELIGRO DE LOS ILUMINADOS
Luis de Torres
sábado, 10 de noviembre de 2012
EL DOLOR DE LOS DESAHUCIOS
Luis de Torres
lunes, 29 de octubre de 2012
PREMIO NOBEL PARA LA UNIÓN EUROPEA
domingo, 23 de septiembre de 2012
EL DESVARÍO CATALÁN
sábado, 15 de septiembre de 2012
LOS EQUIVOCADOS CAMINOS DE ESPAÑA
Sin embargo, a pesar de los muchos años de dictadura, con sus pros y sus contras, en aquel país seguía subyaciendo un ansia de libertad, de cambio, de aires nuevos y renovadas ideas, y un día la dictadura terminó, porque nada es eterno en esta vida, y aquellos seres pensaron que, por fin, entraban en un período que podría ser maravilloso.
¡El tiempo los desengañó! Buscando la felicidad se dieron de bruces con el dolor, las dificultades y el pesimismo. Aquel país se llamaba España.
Y llegó la democracia, que es una palabra que suena muy bien cuando llega a nuestros oídos, pero que ha engendrado muchas de nuestras desgracias y penas, porque este sistema político nos venía grande y no supimos o no quisimos asimilarlo. Enseguida comenzamos a pensar en una nueva Constitución, porque existían ansias de homogeneizar España, de abrir las puertas a un futuro justo y prometedor, y se buscaron mentes preclaras para que dieran forma al documento que habría de regir con honestidad, justicia, libertad, unidad y equidad la vida de todos los españoles, pero tal documento, que se llamó la Carta Magna, como prueba de su excelsitud e importancia suprema, fue el causante de gran parte de nuestras desdichas, pues se convirtió en la caja de Pandora, de la que salió la fragmentación, la desunión, y la debilidad de España, y también otros demonios de variada clase y calaña.
Esa situación de ruptura de España sigue adelante, pues ni se ha hecho nada para corregirla ni parece que se quiera hacer, porque son tantos los intereses creados, las situaciones de privilegio, las ansias de poder y las ideologías que se mueven en los territorios autonómicos, que de nada sirve que la gran mayoría de españoles quiera que se vuelva al poder central, mientras los políticos sigan exaltando las virtudes del sistema autonómico, que es bueno para ellos pero dudosamente aceptable y beneficioso para la mayor parte de los ciudadanos.
Con el sistema estancado en la confrontación de ideas, llegaron los políticos arribistas con la bandera del progresismo, que no hizo otra cosa que destruir los ideales nobles y los valores ancestrales que habían regido, con armonía, dignidad y decencia, la vida de las generaciones pasadas, y que éstas nos legaron como tradicionalmente había ocurrido siempre.
La progresía no nos trajo felicidad, excepto a aquellos que la ensalzaban, la arropaban y la practicaban, y como consecuencia de muchos errores, equivocaciones y desvaríos que se dieron a través del tiempo del imperio progresista, los cimientos de España, no solamente morales, sino también económicos y financieros, se fueron deteriorando, hasta el extremo de que la estabilidad de nuestro país, en todos los órdenes, llegó al borde del colapso. Y España, cansada, dolida y desesperada, lanzó un profundo grito a los cuatro vientos, pidiendo un cambio, y, por fin, se celebraron elecciones, y la progresía tuvo que dejar paso al conservadurismo, y muchos, muchísimos españoles, pensaron que su futuro sería mejor, que sus vidas tendrían colores más atractivos y que la oscuridad que habían sufrido desaparecería con la llegada de una nueva luz. Pero se equivocaron, porque España todavía no estaba preparada para la democracia en estado puro, porque el gobierno olvidó que el primer paso a dar en la nueva legislatura era el conducente a instalar la justicia, que adolecía de falta de rigor y, en muchos casos, estaba mal administrada. Sin embargo, las medidas que se empezaron a tomar ahondaron aún más la fragilidad de la justicia, pues los problemas que tenía y todavía tiene España, no los crearon, ni los trajeron, ni los causaron los trabajadores, los funcionarios, la clase media, o las personas ajenas a la fiebre política o las ansias de poder y beneficio económico, sino que todas nuestras desgracias se gestaron en otros niveles y puestos de mando, y en la laxitud con el cumplimiento de las leyes, de las normas y del derecho natural, y ahora, con gran sorpresa y malestar, los españoles que quisieron cambiar de políticos, y dieron su voto, con alegre y abrumadora mayoría, a los que creían que iban a ser los salvadores de la maltrecha España, se han encontrado con la terrible realidad de que los inocentes están pagando los desmanes de los culpables, mientras éstos viven en el cómodo limbo del olvido feliz. Porque hubo políticos, banqueros, especuladores, manipuladores y corruptos, que no siguieron el camino recto, que atendieron preferentemente a su beneficio personal y no al general de los españoles, y que su incorrecto y doloso comportamiento fue la causa de las desdichas y angustias que estamos padeciendo.
Quizá el nuevo gobierno quiera desterrar la corrupción, enderezar España, equilibrar las finanzas, actuar con equidad y honradez y no salirse nunca del camino recto, pero no solamente hay que tener buenas intenciones y planes bien estudiados y madurados de actuación a corto, medio o largo plazo, y, por supuesto, honradez, sino que también se debe tener una idea clara de las prioridades de nuestra nación, de lo que es urgente y de lo que puede esperar, de las promesas hechas y todavía incumplidas, de dar los pasos precisos con energía, con valor, con rigurosidad, y con pulso firme, sin componendas ni debilidades, sin tener en cuenta el amiguismo, el corporativismo o las ideas políticas, religiosas o de otro tipo. La Justicia es una dama que tiene los ojos vendados, pero el fiel de la balanza que sostiene nunca se inclina a un lado o a otro. El gobierno debe cambiar de rumbo: el delincuente es el que tiene que pagar por sus errores, y en los últimos tiempos en España han proliferado los delincuentes, y muchos siguen sueltos porque nadie los persigue. Y también se promulgaron en España leyes abyectas,. injustas o contrarias a las leyes naturales, y el gobierno se sigue olvidando que en el Diccionario de la Lengua Española existe el verbo “derogar”, que no se debe arrinconar sino utilizar, que no se debe dejar enmohecer sino abrillantar.
viernes, 4 de mayo de 2012
UN CERO A LA IZQUIERDA
Sin embargo, sí me ha quedado la nefasta impronta del poco valor que teníamos, y que seguimos teniendo, los ciudadanos para nuestros gobernantes, tanto los que estuvieron anteriormente, como los que están ahora, pues los sueños, deseos, creencias, esperanzas y necesidades que ocultábamos los votantes en nuestra alma, o almacenábamos en nuestro corazón, y que anhelábamos escribir y transmitir en nuestro voto cuando fuéramos a las urnas para elegir a nuestros dirigentes, no se tuvieron en cuenta, ni antes como, desgraciadamente, pudimos comprobar, ni ahora, cuando observamos, con alarma, que el camino se está torciendo, pues, al parecer, nuestras ideas o no encajan en el pensamiento de los políticos, o éstos las apartan a un lado como si fueran un estorbo o un pecado inconfesable para el mundo de la política, y las legislaturas van transcurriendo, y siguen moviéndose, exclusivamente, por la senda que interesa a los gobernantes y a sus adláteres, sea ésta acertada o equivocada para el pueblo.
Digo esto porque entre la lluvia diaria de noticias que nos alborozan, aburren o irritan, se ha colado de nuevo una palabra que siempre me causa preocupación y malestar anímico: Reinserción. Se refiere, por supuesto, a la eventual reinserción social de personas que están cumpliendo una condena judicial, pero no sé a qué viene remover ahora este asunto cuando existen cosas mucho más importantes y necesarias de atención por parte de los gobernantes, en estos malhadados tiempos de crisis, de falta de trabajo y de convulsiones económicas y financieras.
Me gustaría que nuestros políticos dedicaran unos minutos a leer lo que dice el Diccionario de la Lengua Española sobre el verbo “reinsertar”, del cual se deriva la palabra “reinserción”, que es lo siguiente: “Volver a integrar en la sociedad a alguien que estaba condenado penalmente o marginado”, y esta definición deja claro que la reinserción se debe hacer cuando la persona haya dejado atrás la condena penal o la marginación.
Traer ahora a la palestra política la cuestión de la reinserción de personas que todavía están cumpliendo condena no tiene ninguna justificación, pero sí introduce en la vida de muchos españoles la sospecha de que se quiera alterar la justicia, que es algo que no estaba en la mente de los votantes que auparon al poder al partido que nos gobierna actualmente.
Los que hayan tenido la desafortunada idea de airear el vocablo reinserción tendrían que recordar que el Tribunal Constitucional ha reiterado, en varias ocasiones, que el artículo 25.2 de la Constitución Española no contiene un derecho fundamental, sino un mandato al legislador para orientar la política penal y penitenciaria y facilitar la vida en libertad cuando se haya cumplido la condena.
Ahora tenemos asuntos más apremiantes que necesitan la urgente atención de nuestros gobernantes, pues aunque sean precisas las reformas, ajustes, subidas de impuestos, recortes y modificaciones, que nos tienen en vilo y nos están haciendo perder la tranquilidad, que nadie se olvide que todos los problemas que tenemos son imputables a políticos, especuladores inmobiliarios y financieros, corruptos de toda clase y ralea, administradores públicos manirrotos, dirigentes de instituciones y asociaciones que no cumplieron con sus obligaciones, responsables de una inmigración descontrolada, y, por supuesto, pícaros, que en España nunca nos han faltado. Todos ellos son culpables, y a todos se les debe perseguir, detener, y juzgar, y que paguen por todo el daño que han causado.
Afortunadamente, somos muchos más los españoles que hemos seguido el camino del trabajo, del esfuerzo y de la honradez, y no merecemos que todo el peso de las reformas caiga, mayoritariamente, sobre nosotros, los inocentes, por lo que pedimos al gobierno que en sus decisiones tenga en cuenta siempre, y sin titubeos, el trasfondo del problema, y que aplique la justicia que esperábamos todos sus votantes.
Si así no se hiciere, tendremos la misma sensación que nos inculcó el socialismo: Los ciudadanos somos para los políticos “un cero a la izquierda”.
3 de mayo de 2012
Luis de Torres
viernes, 2 de marzo de 2012
TODOS ESTAMOS INDIGNADOS
Luis de Torres
sábado, 4 de febrero de 2012
EN LA ENCRUCIJADA DE LA GLOBALIZACIÓN
Las muchas leyes y normas que tenemos ahora y que son de aplicación a los alimentos que podemos encontrar en los supermercados, tiendas, y hasta en puestos de venta de escasa categoría, me han creado una especie de adicción mental que me lleva a buscar en los envases de los productos que se consumen en mi casa las características más destacadas de cada alimento, tales como kilo calorías, porcentajes de grasas, de hidratos de carbono, de azúcares, de sodio, y de otros componentes, aditivos, pesos brutos, netos o escurridos, fecha de envasado, fecha máxima o preferente de consumo, y origen de la materia prima, sin llegar a meterme, afortunadamente, en el intrincado camino de la trazabilidad, de la materia prima modificada genéticamente, o de los híbridos.
Quizá sea correcto que nos interesemos por la composición de los alimentos que consumimos, pues éstos tendrán una incidencia muy importante en nuestra salud, pero este punto de vista, que es digno de tenerse en cuenta, no debe distraer nuestra atención de otro aspecto que tiene una gran relevancia en la economía de nuestra nación. Me refiero al origen de los productos que adquirimos, pues conviene saber si son nacionales o extranjeros.
Hace unos días, estando con mi esposa en un supermercado, me entretuve en examinar unas bolsas de legumbres que atrajeron mi atención, y siguiendo mi inveterada costumbre de examinar los datos que aparecen impresos en los envases de los productos, me encontré con la sorpresa, para mí desagradable, de que todas aquellas legumbres no habían sido cosechadas en España, sino en países del continente americano, y siguiendo con mi curiosidad me encontré lo siguiente, con referencia al origen de aquellas legumbres:
Alubias blancas: Argentina
Alubias pintas y negras: USA
Lentejas: USA y Canadá
Garbanzos: USA y Méjico.
Me quedé pensando, y según mis recuerdos y mis andanzas por el suelo patrio, en Zamora y Salamanca se cosechan buenos garbanzos, así como excelentes lentejas en Tierra de Campos, y en cuanto a las alubias, existen pueblos y comarcas que presumen, y con razón, de cosechar en sus tierras buenas, y hasta buenísimas, alubias de distinto tamaño, color y textura, por lo que es justo mencionar a La Bañeza, Astorga, Benavente, Segovia, La Granja de San Ildefonso, el Barco de Ávila y Asturias. Y ¿cómo no voy a recordar la exquisita fabada asturiana, que he comido en distintos lugares asturianos?, o, asimismo, ¿cómo no va a venir a mi mente el rotundo y tonificador cocido maragato, cuyos componentes se toman en orden inverso a lo establecido en otras zonas, y que en ocasiones he gozado en los pueblos de la leonesa Maragatería?
Sin embargo, aparte de las reflexiones que he hecho de las legumbres españolas y del aprecio que tengo por ellas, lo que más me molesta y me duele es que ahora, como consecuencia de la globalización, de la práctica desaparición de las barreras arancelarias, de los acuerdos comerciales internacionales, de la capacidad de producción en otras zonas, de la disparidad de precios, o de otras razones que no conozco, los productos españoles han perdido su supremacía en nuestro país, han sido relegados a la trastienda del comercio de la alimentación, y mucho me temo que esta situación esté causando pesar, desasosiego y daños económicos a muchos de nuestros compatriotas del interior peninsular. Y lo malo, lo profundamente terrible, es que también otros productos españoles, de la alimentación o del vestido, del calzado o de la industria, o de otros sectores, están sufriendo el imparable y nefasto avance de la globalización, que nuestras autoridades no han sabido, o no han podido, o no han querido, regular en defensa de los intereses españoles.
Luis de Torres
4 de febrero de 2012.