jueves, 16 de septiembre de 2010

IMPUESTOS POR DOQUIER

IMPUESTOS POR DOQUIER

Hace un par de días recibí dos facturas de la compañía suministradora de electricidad, correspondientes a sendas viviendas a mi nombre, y, como de costumbre, me fijé en los importes a pagar, que no eran muy elevados, pues suelo ser cuidadoso y austero en el uso de la energía eléctrica, al igual que hago con el consumo de agua potable.

Después, fui algo más curioso con el resto de números y textos que aparecen en las facturas, y me quedé sorprendido con la composición del importe a pagar, pues mi austeridad en el gasto de energía eléctrica se deriva del hecho de que siempre se nos ha dicho que no despilfarremos ni la energía ni el agua, y de mi deseo de ahorrar dinero y no malgastar mis escasos ingresos, pero estos sanos principios de poco sirven cuando se mezclan con la fiscalidad.

En efecto, del estudio de las dos facturas mencionadas, he llegado a la conclusión de que la presión fiscal se hace mayor cuanto menor es el gasto de energía, y, además, que los impuestos, recargos, tasas, etc. que gravan el consumo de electricidad son tan elevados que se pueden calificar de abusivos. Y todo esto lo digo basándome en los datos que figuran en las facturas, ya que la compañía suministradora incluye en sus documentos un gráfico en el que se desglosa porcentualmente el importe a pagar según el destino que tienen los fondos. Asimismo, la empresa nos ofrece los siguientes textos para ampliar la información:

Costes suministro eléctrico
Producción y suministro de la energía.
Retribución de la red eléctrica.
Resto de costes
Recargos por normativa vigente.
Impuestos (Impuesto sobre electricidad + IVA)

En mis facturas estos dos grupos tienen los siguientes porcentajes: 56% y 44% y 54% y 46%; es decir, el primer porcentaje para los costes de suministro eléctrico y el segundo para el resto de costes (impuestos, recargos y otros), y si tomamos el primer porcentaje como la base imponible sobre la que calcular la presión fiscal nos encontramos con que los impuestos, recargos y otros gravámenes suponen el 78,57% en la factura de mayor importe y el 85,19% en la factura de menor importe. De estos porcentajes se deduce lo siguiente: Que la carga fiscal es asfixiante y que la misma recae con mayor dureza sobre el ciudadano que menos consume. Esto puede deberse a que algún recargo es fijo sin tener en consideración el gasto de energía, pero este dato no figura en la información que da la compañía suministradora.

Como se puede ver, los porcentajes impositivos son tan altos que no sé si calificarlos de abusivos, desmedidos o exagerados, pero sí sé que ni son moderados, ni mesurados ni justos. Y para que la injusticia sea aún mayor hay que citar que el IVA al 18% también se aplica sobre el impuesto sobre la electricidad del 4,864% y su recargo del 1,05113. Es decir, un impuesto que grava otro impuesto. Y aún hay algún político que dice que en España los impuestos son muy bajos. ¡Qué sorpresa! ¡Yo creía que eran los sueldos y las pensiones!

Luis de Torres



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