viernes, 4 de mayo de 2012

UN CERO A LA IZQUIERDA

Recientemente dejamos atrás, por fin, un gobierno socialista que nos dio más disgustos, y nos trajo más penas, que satisfacciones y alegrías, aunque de estas últimas no recuerdo si hubo alguna, aunque quizá sí la hubo, pero mi mente no la retuvo, posiblemente por ser pequeña, de poca importancia, o de escasa relevancia para nuestras vidas.

Sin embargo, sí me ha quedado la nefasta impronta del poco valor que teníamos, y que seguimos teniendo, los ciudadanos para nuestros gobernantes, tanto los que estuvieron anteriormente, como los que están ahora, pues los sueños, deseos, creencias, esperanzas y necesidades que ocultábamos los votantes en nuestra alma, o almacenábamos en nuestro corazón, y que anhelábamos escribir y transmitir en nuestro voto cuando fuéramos a las urnas para elegir a nuestros dirigentes, no se tuvieron en cuenta, ni antes como, desgraciadamente, pudimos comprobar, ni ahora, cuando observamos, con alarma, que el camino se está torciendo, pues, al parecer, nuestras ideas o no encajan en el pensamiento de los políticos, o éstos las apartan a un lado como si fueran un estorbo o un pecado inconfesable para el mundo de la política, y las legislaturas van transcurriendo, y siguen moviéndose, exclusivamente, por la senda que interesa a los gobernantes y a sus adláteres, sea ésta acertada o equivocada para el pueblo.

Digo esto porque entre la lluvia diaria de noticias que nos alborozan, aburren o irritan, se ha colado de nuevo una palabra que siempre me causa preocupación y malestar anímico: Reinserción. Se refiere, por supuesto, a la eventual reinserción social de personas que están cumpliendo una condena judicial, pero no sé a qué viene remover ahora este asunto cuando existen cosas mucho más importantes y necesarias de atención por parte de los gobernantes, en estos malhadados tiempos de crisis, de falta de trabajo y de convulsiones económicas y financieras.

Me gustaría que nuestros políticos dedicaran unos minutos a leer lo que dice el Diccionario de la Lengua Española sobre el verbo “reinsertar”, del cual se deriva la palabra “reinserción”, que es lo siguiente: “Volver a integrar en la sociedad a alguien que estaba condenado penalmente o marginado”, y esta definición deja claro que la reinserción se debe hacer cuando la persona haya dejado atrás la condena penal o la marginación.

Traer ahora a la palestra política la cuestión de la reinserción de personas que todavía están cumpliendo condena no tiene ninguna justificación, pero sí introduce en la vida de muchos españoles la sospecha de que se quiera alterar la justicia, que es algo que no estaba en la mente de los votantes que auparon al poder al partido que nos gobierna actualmente.

Los que hayan tenido la desafortunada idea de airear el vocablo reinserción tendrían que recordar que el Tribunal Constitucional ha reiterado, en varias ocasiones, que el artículo 25.2 de la Constitución Española no contiene un derecho fundamental, sino un mandato al legislador para orientar la política penal y penitenciaria y facilitar la vida en libertad cuando se haya cumplido la condena.

Ahora tenemos asuntos más apremiantes que necesitan la urgente atención de nuestros gobernantes, pues aunque sean precisas las reformas, ajustes, subidas de impuestos, recortes y modificaciones, que nos tienen en vilo y nos están haciendo perder la tranquilidad, que nadie se olvide que todos los problemas que tenemos son imputables a políticos, especuladores inmobiliarios y financieros, corruptos de toda clase y ralea, administradores públicos manirrotos, dirigentes de instituciones y asociaciones que no cumplieron con sus obligaciones, responsables de una inmigración descontrolada, y, por supuesto, pícaros, que en España nunca nos han faltado. Todos ellos son culpables, y a todos se les debe perseguir, detener, y juzgar, y que paguen por todo el daño que han causado.

Afortunadamente, somos muchos más los españoles que hemos seguido el camino del trabajo, del esfuerzo y de la honradez, y no merecemos que todo el peso de las reformas caiga, mayoritariamente, sobre nosotros, los inocentes, por lo que pedimos al gobierno que en sus decisiones tenga en cuenta siempre, y sin titubeos, el trasfondo del problema, y que aplique la justicia que esperábamos todos sus votantes.

Si así no se hiciere, tendremos la misma sensación que nos inculcó el socialismo: Los ciudadanos somos para los políticos “un cero a la izquierda”.

3 de mayo de 2012

Luis de Torres