jueves, 19 de agosto de 2010

YO SOY ESPAÑOL, ESPAÑOL, ESPAÑOL

YO SOY ESPAÑOL, ESPAÑOL, ESPAÑOL


La democracia, tan esperada y deseada hace muchos años, cuando, por fin, llegó, nos trajo luces y sombras, alegrías y desventuras, esperanzas y fracasos, y todavía no la tenemos asentada y reconocida con el beneplácito de todos. Con la democracia a la española, que no se parece a otras democracias occidentales, se fueron agrietando y enmoheciendo palabras tan hermosas como patria y región, porque España se empezó a fracturar en comunidades; bandera roja y gualda, porque aparecieron otras enseñas, estandartes o pendones que querían hacer sombra o desbancar a la bandera nacional; himno español, porque algunos quisieron arrumbar o arrinconar esa música que debemos escuchar erguidos y con emoción, porque quisieron sustituirla por otras melodías o canciones de carácter regional, y, finalmente, idioma español, ese tesoro lingüístico que poseemos los españoles, que lo desparramamos por medio mundo, que sigue creciendo, y que puede llegar a ser el primer idioma mundial, pero que ahora algunos españoles, de mente equivocada e ideas delirantes, pretenden desalojar o desterrar de algunas partes del territorio secular español.

Sin embargo, aquellos que evitan pronunciar el nombre de España, como si éste les fuera a quemar la lengua, y prefieren decir “este país”, se han encontrado con que el vocablo España y los derivados del mismo, como español, española, españolada, españolidad, o españolismo, han surgido pujantes, fuertes y desafiantes y han ocupado la primera línea en el sentir general del pueblo, que ha empezado a gritar con entusiasmo y repetitivamente esa frase lacónica, rotunda, recia, y hermosa de “Yo soy español, español, español”.

Y todo este cambio, que ha sido como una seria advertencia a todos los políticos, tanto a los que están encastillados en sus comunidades, que apenas defienden la unidad de España, como a aquellos que están muy alejados de la españolidad y muy cercanos o vinculados a los nacionalismos separatistas y sin sentido, se ha producido porque un puñado de españoles jóvenes, nacidos en varios rincones de nuestra patria, que decidieron dedicar los primeros años de su vida a jugar al fútbol, ese juego de pelota que inventaron los ingleses, y que se extendió por todo el mundo, ganaron el 11 de julio de este año la copa mundial del citado deporte; hazaña que nunca había logrado el equipo español. Esta victoria, este logro tan difícil de conseguir, desató tal entusiasmo, alegría, emoción, orgullo, patriotismo y unión, que toda España se llenó de banderas españolas, incluso en los territorios españoles donde algunos prefieren otras banderas, porque la gente llana y noble del pueblo, en cualquier esquina, zona, o lugar de nuestra patria, lleva en su corazón, marcada a fuego, una palabra: España .

De ahí que por el ancho cielo español, por las tierras y los mares españoles, se difundiera una frase imperecedera: Yo soy español, español, español.

19 de agosto de 2010

Luis de Torres