lunes, 28 de diciembre de 2009

NAVIDAD

NAVIDAD

Al pasar la hoja del 24 al 25 de diciembre del almanaque de bloque que tengo en mi mesa de trabajo, observé que el número 25 estaba impreso en rojo, y, además, debajo del citado número se había incluido la siguiente anotación: Navidad. Fiesta en los 27 países de la Unión Europea y en Estados Unidos. Me alegré que en los dos grandes núcleos de la cultura occidental se celebrara el nacimiento o Natividad de Jesucristo, que es lo que significa Navidad, pero, al mismo tiempo, me quedé reflexionando a causa de las incongruencias de los políticos, especialmente de los europeos, que cuando estuvieron discutiendo la forma, el modo y las circunstancias que se debían observar para articular la constitución europea, una parte muy importante de los sesudos parlamentarios rechazó incluir en la futura constitución un preámbulo o introducción donde se declarara que Europa se había configurado y desarrollado, tal como es ahora, debido a sus raíces cristianas; es decir, que el Cristianismo fue la fuerza espiritual y la guía moral y rectora de los hombres que fundaron las naciones de Europa y también de aquellos hombres que emigraron y llevaron las enseñanzas cristianas al otro lado del Atlántico y a casi todo el mundo.

A muchos de los representantes europeos que les tocó redactar la constitución les faltó la objetividad necesaria para darse cuenta de que las raíces cristianas estaban compuestas de hechos históricos y sociales, que manifestarlas en el preámbulo de la constitución no significaba defender a ningún grupo religioso en particular, pues sobre el ancho territorio europeo seguían viviendo, luchando, soñando, y también sufriendo, millones de personas, cada una con su propia inclinación política que podía exponer libremente, y que muchos europeos, quizá hasta el 90 por ciento, se sentían católicos, protestantes, u ortodoxos, y que todos, asimismo, se sabían cristianos.

Ahora, sin embargo, algunos políticos temen molestar a personas de otras confesiones religiosas si se hace mención, mediante la palabra, las manifestaciones o los símbolos, de nuestras raíces cristianas, pero no tienen inconveniente en admitir que se asienten en España otras personas con otras religiones, que levanten templos y que hagan proselitismo; todo eso que a los europeos no nos permiten hacer en sus países de origen.

Afortunadamente, y aunque les pese a los políticos progresistas y a esos que buscan la destrucción del Cristianismo, la fiesta de la Navidad se sigue celebrando en 27 países de la Unión Europea y en Estados Unidos, y en muchos países más, y esta creencia, tradicional y ensalzada, seguirá adelante a través de los tiempos, mucho más allá de la vida de los políticos que ahora reniegan de sus raíces cristianas.

25 de diciembre de 2009

Luis de Torres